El odio (La haine): retrato de una generación sin futuro.
Con tan solo 29 años, el director y guionista Mathieu Kassovitz se hizo un hueco en la historia del cine y echó sal en las llagas de la sociedad francesa con “El odio” (1995), película protagonizada por Vincent Cassel, Saïd Taghmaoui y Hubert Koundé. La cinta fue un éxito tanto de público como de crítica, obteniendo el premio al mejor director en el Festival Internacional de Cine de Cannes y múltiples nominaciones a los Premios César1, de las cuales ganó en la categoría de mejor película, mejor productor y mejor montaje. A día de hoy se considera una película de culto y una de las películas francesas más emblemáticas, probablemente porque problemas como la desigualdad de la renta, las precarias condiciones de vida en los suburbios de las grandes ciudades y la violencia policial ante los jóvenes que habitan estos siguen existiendo, como evidencian los dramáticos sucesos que actualmente están ocurriendo en Francia2.
La historia, inspirada en un caso real3, narra 24 horas de la vida de tres amigos procedentes de un suburbio o banlieu4 de París, Vinz, Saïd y Hubert (un judío, un árabe y un boxeador amateur negro, respectivamente). Todo comienza cuando un amigo de los protagonistas –Abdel Ichah, un chico de 16 años- recibe una paliza en una comisaría de policía que le lleva a entrar en estado de coma. Este suceso provoca la ira de los jóvenes de Les Muguets (un suburbio cercano a París), que se rebelan y establecen una guerra urbana contra las fuerzas de seguridad. Durante estas revueltas un policía pierde su arma, que va a parar a manos de Vinz (papel extraordinarimente interpretado por Vincent Cassel). A partir de entonces la película nos cuenta un día en la vida de estos tres jóvenes, todos delincuentes de poca monta (drogas, robos sin violencia, etc.) pero muy diferentes entre sí. Vinz representa el odio –hacia la policía, las clases altas, los políticos- que jura venganza si su amigo acaba muriendo: matará a un “cerdo” (un policía) para igualar la balanza. Además, ahora tiene una pistola, que simboliza el poder y le hace sentir un verdadero gánster y no un mero raterillo. Saïd es más inocente y, aunque furioso por lo ocurrido, parece estar más preocupado en ligar y tener sexo con chicas –en una película tan dura se agradecen escenas cómicas como en la que Vinz le corta el pelo a Saïd con una maquinilla antes de una cita, dejándole una calva horrible en el pelo, para gran enfado de este. Finalmente, Hubert es más racional, le da el dinero que consigue traficando con hachís a su madre para que esta pague las facturas de la casa y quiere salir de los suburbios a toda costa, por lo que entrena para llegar algún día a ser boxeador profesional. Durante esas 24 horas –marcadas, cada cierto tiempo, por un reloj que aparece sobre un fondo negro- el espectador observará la anodina existencia de estos tres jóvenes, que malgastan su vida deambulando por la ciudad, fumando porros, intentando robar un coche, peleando con skinheads o huyendo de la policía (a veces con motivo, a veces sin él).
Se trata por tanto de un clásico del cine político, que denunciaba la estigmatización de los habitantes de los suburbios de París, la brutalidad policial hacia estos, la violencia y la falta de oportunidades, fenómenos que, por desgracia, siguen hoy a la orden del día más de 25 años del estreno de la película. Además, su fotografía en blanco y negro –lo que resulta llamativo en la Ciudad de la Luz5– ayuda a representar, con crudeza y realismo, estos suburbios, en los que no se alberga ninguna esperanza ni futuro. Aunque, sin duda alguna, lo que más perdura en la memoria del espectador, más de 25 años después del estreno de la película, es la metáfora del hombre que cae al vacío –crítica a una sociedad conformista que algún día puede colapsar- que abre y cierra la cinta. “Es la historia de un hombre que está cayendo de un edificio de cincuenta pisos. Para tranquilizarse, mientras cae al vacío, repite sin cesar: ‘Hasta ahora todo va bien. Hasta ahora todo va bien. Hasta ahora todo va bien… Pero lo importante no es la caída. Es el aterrizaje.”6
Tráiler (subtítulos en castellano)
Disponible en Amazon Prime Video
- Los Premios César son los galardones otorgados por la Academia del Cine Francés. A menudo son citados como los equivalentes franceses a los Premios Oscar de la Academia estadounidense. ↩
- En concreto, el joven Naël, de 17 años, murió hace pocos días por el disparo de un policía en Nanterre, en la periferia de París, tras saltarse un control policial con su coche, lo que ha llevado a fuertes altercados, duros enfrentamientos entre jóvenes y las fuerzas del orden y al gobierno de Emmanuel Macron a tomar medidas excepcionales para restablecer la paz en las calles. Para más información véase, por ejemplo, el siguiente enlace ↩
- El 6 de abril de 1993 Makome M’Bowole, un zaireño de 17 años, moría de un disparo en la cabeza cuando llevaba detenido más de 12 horas en una comisaría de policía en París y el Juzgado de Guardia había decretado su libertad provisional tres horas antes. La policía alegó legítima defensa para justificar el disparo, a pesar de que el joven estaba esposado. Durante una semana se produjeron duros enfrentamientos entre los jóvenes del barrio y la policía. Finalmente el inspector Pascal Compain fue sentenciado a 8 años de prisión por homicidio. Para más información puede consultarse el siguiente vínculo ↩
- Los banlieues son los suburbios ubicados en la periferia de las grandes ciudades francesas, sin bien el término la banlieu se refiere específicamente a París. ↩
- Existen diversas teorías sobre el origen del término. Véase, por ejemplo, el siguiente enlace ↩
- La cita está extraída del personaje que Steve McQueen interpreta en la película “Los siete magníficos” (1960). ↩
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