Regreso a casa (Gui lai): la amnesia colectiva y el dolor de una familia tras la Revolución Cultural china.

La entrada de esta semana está dedicada a “Regreso a casa” (2014), película dirigida por el gran cineasta chino Zhang Yimou, adaptación de la novela “El criminal Lu Yanshi”, escrita por la novelista Geling Yan, protagonizada por Chen Daoming, la hermosa y fabulosa actriz Gong Li y la entonces debutante Zhang Huiwen. Me interesó esta película debido a que aborda, aunque desde una perspectiva distinta, el mismo tema que mi película favorita de Zhang Yimou, “Amor bajo el espino blanco” (2010): la Revolución Cultural china. No puedo decir cuál me gusta más porque son muy diferentes. Con “Amor bajo el espino blanco” (2010) lloro hasta deshidratarme cada vez que la veo, mientras que el agridulce final de “Regreso a casa” me hizo ver el vaso medio lleno. Pero está claro que es cosa de gustos, porque dicen que un tal Spielberg invitó a Zhang Yimou a los EEUU para proyectar un montaje de “Regreso a casa” y le causó tal impresión que estuvo llorando durante una hora. Luego, tras gastar varios paquetes de kleenex, resumió su opinión sobre la película en una frase: “Poderosamente conmovedora, es la película más profunda y detallada de los últimos tiempos”. Y es que, como ahora contaré, la película guarda muchos paralelismos con la taquillera y ñoña “El diario de Noah” (2004), película que Spielberg estuvo a punto de dirigir, pero, por mucho que me encante Ryan Gosling y adore a Rachel McAdams, no hay color.

Solo como recordatorio, la Revolución Cultural china tuvo lugar entre 1966 y 1976. Tras implementar el fracasado Gran Salto Adelante (1958-1961), un drástico movimiento de industrialización y colectivización agraria obligatoria que llevó a la hambruna y a la muerte a millones de chinos, Mao decidió que era el momento de “purificar” a la sociedad china de cualquier resquicio burgués o capitalista mediante la Revolución Cultural. Básicamente, se trató de una gran purga en la que millones de personas, acusadas de “capitalistas”, fueron perseguidas y sufrieron todo tipo de abusos, incluyendo la humillación pública, el encarcelamiento arbitrario, la tortura, los trabajos forzados, la confiscación de bienes y, en ocasiones, la ejecución. Asimismo, un gran segmento de la población, en especial jóvenes estudiantes de las ciudades, fue desplazado por la fuerza a las regiones rurales para su “reeducación” (caso del propio Zhang Yimou, que fue forzado a abandonar sus estudios e integrarse en una granja de trabajo donde, durante diez años, trabajó como operario textil).

Resulta por tanto curioso que Zhang Yimou haya rodado dos películas sobre el horror de la Revolución Cultural y sea, al mismo tiempo, el cineasta chino más importante dentro y fuera de sus fronteras y toda una referencia en su país, puesto que dirigió la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 y también ha sido el director de las ceremonias de inauguración y clausura de los recientes Juegos Olímpicos de Invierno Beijing de 2022. No obstante, en estas dos películas la crítica a la Revolución Cultural es bastante soterrada, centrándose en el dolor que causó a todo un pueblo y evitando narrar la barbarie de aquella época. Y es que Yimou lleva décadas en un frágil equilibro con la censura y el poder del partido comunista, como le ocurrió con “Vivir” (1994), que no fue exhibida en las salas de cine chinas y provocó que tanto él como su entonces esposa Gong Li, actriz principal de la película fueran vetados por las autoridades y no pudieran realizar ninguna película en el país durante un lapso de dos años. Más recientemente, su película “Un segundo” (2019), su tercera cinta sobre la Revolución Cultural, pero esta vez desde un punto de vista mucho más crudo, fue retirada de forma repentina del Festival de Berlín. Si bien las autoridades chinas alegaron “razones técnicas que se encontraron después de la producción”, es bien sabido que el Departamento de la Propaganda prohíbe cualquier crítica sobre la historia del Partido.

Centrándonos ya en “Regreso a casa”, la historia es bien sencilla. Lu Yanshi (Chen Daoming) es un profesor que, acusado de “derechista”, es mandado a un campo de trabajo para su “rehabilitación”. Tras una década de trabajos forzados, Lu Yanshi consigue escapar e intenta reencontrarse con su mujer, Feng Wanyu (Gong Li), y su hija, Dandan (Zhang Huiwen), a la que dejó de ver con tan solo 3 años de edad. Las autoridades avisan a madre e hija que Lu Yanshi es un “enemigo del pueblo” y que, en caso de contacto, deben avisar a las autoridades para su detención inmediata. Pero, mientras que Feng Wanyu es una fiel esposa que añora a su marido y quiere verlo, so pena de ser fuertemente castigada, Dandan es una adolescente ambiciosa que quiere triunfar como bailarina y muestra total devoción hacia el Partido. Y además Dandan se encuentra con un escollo: quiere el papel principal en la obra de ballet de su escuela, pero bajo ella está la sombra de ser hija de un “derechista”. Por ello, para demostrar su total obediencia al partido y conseguir el papel principal, no duda en traicionar a sus padres y avisar a las autoridades del lugar y momento en que estos pretenden reencontrarse. Y así es: en una escena digna del mejor drama épico (situada, cómo no, en una estación de tren, como tantas otras míticas escenas de despedidas y separaciones) Lu Yanshi y Feng Wanyu se quedan a pocos metros de reencontrarse, antes de que las autoridades capturen a Lu Yanshi y que su mujer, en medio del tumulto, caiga al suelo, golpeándose fuertemente la cabeza.

Pero pasan tres años, el sinsentido de la Revolución Cultural termina y Lu Yanshi, al que oficialmente se le considera “rehabilitado”, regresa a casa. Pero se trata de un regreso amargo, pues su mujer, Feng Wanyu, padece un tipo especial de amnesia, quizás por el golpe tres años atrás o por un trauma psicológico que no puedo desvelar, y no reconoce a su marido. Incluso a veces lo confunde, aterrorizada, con un antiguo dirigente local del partido. Su mente se ha quedado anclada en el pasado, dado que va el día 5 de cada mes a esperar a su marido a la estación de tren, pues él le había dicho que volvería dicho día en una de las pocas cartas que le llegaron durante esos años. Por el contrario, sí que recuerda perfectamente la traición de su hija, Dandan, con la que casi no trata y no permite vivir con ella, a pesar de los numerosos intentos de esta por lograr su perdón. Dandan, papel fabulosamente interpretado por Zhang Huiwen, ya no es una adolescente egoísta, sino una mujer madura, arrepentida y carcomida por el sentimiento de culpa que la ha llevado a abandonar su pasión, el ballet. Lu Yanshi, por tanto, tiene un doble reto, conseguir que su mujer le reconozca y que perdone a su hija: se trata de un hombre bondadoso que nunca le ha guardado rencor por su traición, sino que lamenta no haberla visto crecer y verla actuar. En el intento de curar la amnesia de su mujer, lo intentará todo, como tocar el piano, dado que ella recuerda que su marido era un magnífico pianista antes de ser encarcelado. También leerá decenas de cartas que nunca pudo llegar a mandarle, convirtiéndose para ella en el “camarada lector”. Y otras tantas cosas, como enseñarle fotos de cuando eran jóvenes y estaban recién casados, para intentar que la mente de su mujer vuelva a conectar un pasado feliz con un presente que les brinda una segunda oportunidad.

Se trata por tanto de una película sobre un amor eterno y leal, pero también, a modo de metáfora, sobre la amnesia de todo un pueblo que quiere olvidar uno de sus episodios más oscuros (no olvidemos que incluso el posterior líder, el reformador Deng Xiaoping, fue acusado de “capitalista” durante la Revolución Cultural y enviado al campo junto a su mujer para su “rehabilitación”, mientras que uno de sus hijos quedó parapléjico tras ser arrojado por una ventana de la Universidad de Pekín por jóvenes guardias rojos). Zhang Yimou consigue hilvanar un relato estructurado en dos actos diferenciados, apoyado por la brillante interpretación de sus tres protagonistas. El primero es más dinámico, lleno de miedo y desesperación, mientras que el segundo es más pausado e intimista, de emociones contenidas, centrado en la paciente lucha de un hombre contra el olvido, que es un potente anestésico contra el dolor pero que, como efecto secundario, puede borrar de nuestra memoria tiempos felices ya demasiado lejanos. En momentos oscuros como los actuales, que en Occidente pensábamos que habían quedado relegados a los libros de Historia, este drama sencillo pero profundo y conmovedor ilustra que el ansia de poder y la necesidad de dominación provoca dolor tanto en el presente como en el futuro, pues a veces las cicatrices duelen más que las heridas. No obstante, su final agridulce, impactante con su silencio, nos muestra, a mi modo de ver, que también hay esperanza.

Tráiler (subtítulos en castellano)

Tráiler (subtítulos en inglés)

Disponible en Filmin.

Una respuesta a «Regreso a casa (Gui lai)»

  1. ¡Vivir! – Pequeñas Joyas Ocultas

    […] la reseña de esta fabulosa película en nuestro blog […]

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