El secreto de sus ojos: sobre cómo enmendar los errores del pasado y recuperar el tiempo perdido.
En mi revisión de las grandes películas argentinas de los últimos tiempos, no podía faltar “El secreto de sus ojos” (2009), cinta dirigida por Juan José Campanella y protagonizada por Ricardo Darín y Soledad Villlamil (el mismo trío responsable, unos años antes, de la hermosa “El mismo amor, la misma lluvia”). Se trata de una de las películas más taquilleras del cine argentino debido, además del tirón de Ricardo Darín, a que se trata de una perfecta combinación de thriller, la historia de un amor desafortunado, vivido en silencio, y toques de humor desternillantes. Como siempre digo, que una película sea un éxito de taquilla no conlleva que se trate de una película “comercial”, eufemismo de “mediocre” usado por muchos pseudo intelectuales: de ser así, habría que borrar a Hitchcock de todos los manuales de cine. La única pena es que se estrenara el mismo año que la obra maestra de Haneke, “La cinta blanca”, lo que hizo que solo una de ellas, “El secreto de sus ojos”, ganara el Óscar a la mejor película extranjera: yo personalmente habría partido la figurita en dos.
La historia comienza en 1999, cuando Benjamín Espósito (Ricardo Darín), un agente judicial recién retirado, decide escribir una novela acerca de un asesinato no resuelto (o mejor dicho, no castigado) ocurrido en 1974 y en cuya investigación se vio involucrado: por diversas razones, su recuerdo le ha perseguido durante los últimos 25 años. El crimen en cuestión fue la brutal violación y asesinato de una joven dentro de su casa en un barrio de la ciudad de Buenas Aires y que destrozó a su marido, cuyo único fin en la vida desde entonces fue encontrar al culpable y hacer justicia y/o cobrar venganza (resulta conmovedora la descripción detallada que hace este de la última mañana junto a su mujer, en el desayuno antes de ir al trabajo). La película entonces nos retrotrae a 1974, y nos cuenta la compleja investigación del caso que realiza Benjamín junto a su asistente y fiel amigo, Pablo Sandoval, un alcohólico irremediable pero dotado de una mente sagaz, y de la jefa de ambos, Irene Menéndez Hastings (Soledad Villlamil), una joven de clase alta, inteligente y bien educada de la que Benjamín está profundamente enamorado…aunque nunca se atreve a dar el siguiente paso. Entre ellos tratan de capturar al sospechoso y hacer justicia, tarea complicada en un país envuelto en corrupción, violencia y, desde 1976, dominado por la dictadura militar de Videla (la evolución de la sociedad argentina desde la dictadura hasta la democracia es un tema recurrente en las películas de Campanella).
Dado que se trata de un thriller, poco más puedo decir sin desvelar la trama y su final, pero la película nos brinda dos ideas sobre las que reflexionar. La primera, que una mirada puede decir mucho y en contextos muy diferentes: de ahí el título “El secreto de sus ojos”. La segunda, que puede pasar desapercibida para el espectador, es la que lección que le enseña a Benjamín su amigo alcohólico: todo hombre tiene una pasión, que no puede cambiar. Para algunos es el fútbol, para otros la es emborracharse en garitos de mala muerte, amar en silencio durante décadas o recordar el amor de su vida durante cuarto de siglo, quedándose congelado en el tiempo. Un ser humano sin pasión está vacío, pero su pasión es al mismo tiempo su punto más débil. En todo caso, el final de la cinta, que nos cuenta el desenlace de las dos historias, la de suspense y la romántica, es estremecedor en un caso y esperanzador en el otro: quizás, pero sólo para algunos afortunados, existan las segundas oportunidades y la posibilidad de recuperar el tiempo perdido.
Tráiler (v.o. en castellano)
Disponible en Amazon Prime Video
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