Fish Tank: un crudo relato sobre la Inglaterra profunda.

La entrada de esta semana está dedicada a “Fish Tank” (2009), película británica dirigida por Andrea Arnold (también autora de su guion) y protagonizada por Katie Jarvis (elogiada por su magnífica actuación, a pesar de no contar con experiencia previa alguna1) y por el polifacético Michael Fassbender. La cinta fue todo un éxito de crítica, siendo galardonada con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2009, con el BAFTA a la mejor película británica en 20102 y con los premios a la mejor actriz debutante y a la mejor directora en los British Independent Film Awards para Jarvis y Arnold, respectivamente. Y no podría estar más de acuerdo porque, siguiendo la tradición realista de Ken Loach pero obviando mensaje ideológico alguno, se trata de un relato descarnado sobre la Inglaterra profunda, aquella llena de madres adolescentes que viven en pequeños apartamentos provistos por el gobierno (antes del Brexit, el Reino Unido tenía la tasa de embarazos adolescentes más alta de la Unión Europea), de adolescentes que pasan el día bebiendo sidra en la calle (la forma más barata de emborracharse en ese país) y de una población desencantada de la clase política, dominada por las élites de Oxbridge3.

La película cuenta la historia de Mia Williams (Katie Jarvis), una joven de 15 años que vive en un barrio obrero en el este de Londres junto con su madre soltera, que apenas se ocupa de ella y pasa la mayor parte del tiempo bebiendo con los amigos y ligues que trae a casa, y su hermana pequeña. Mia es una adolescente frustrada, solitaria y llena de rabia, que se ha peleado con su mejor amiga (ojo morado incluido) y que, al no ser sentirse comprendida por nadie, odia a su familia (la escasa comunicación con su madre y su hermana suele desarrollarse mediante insultos), a sus compañeras de instituto y al ambiente que la rodea. Probablemente algún cursi educador social se referiría a Mia como a una “adolescente inadaptada”, pero en un entorno carente de promesas quizás la actitud desengañada de la protagonista ante la vida sea la mejor y más lógica adaptación al medio. La única válvula de escape de Mia es su pasión por el baile, sobre todo por el hip-hop, que practica regularmente en un apartamento abandonado del edificio donde vive (habiendo “calentado”, previamente, con una botella de sidra).

Pero detrás del carácter hosco de Mia se encuentra un ser frágil y vulnerable, completamente a la deriva, hecho que quedará patente cuando entre en escena Connor (Michael Fassbender), el nuevo novio de la madre de Mia. Connor es un treintañero guapo y encantador, un tipo extrovertido y lleno de energía (pero que guarda, no obstante, algún que otro secreto). Aunque al principio Mia reacciona con su habitual hostilidad a la irrupción de un extraño en sus vidas, pronto comienza a conectar con Connor debido a su afición común a la música y a que este la ayuda a participar en castings de baile. A lo largo de la historia, Mia, al sentirse protegida y escuchada por el novio de su madre, comienza a sentirse atraída por él, a la vez que el propio Connor llega a tener también un sentimiento especial hacia ella. Sin embargo, con el transcurso de los hechos, Connor no será más que otra desilusión en la vida de la protagonista. A pesar de esto, el final de la trama, que obviamente no desvelaré, deja al espectador con un hilo de esperanza: la “problemática” y “conflictiva” Mia toma, esta vez sí, la más sensata de las decisiones.

“Fish Tank” es una película que muestra, con toda su crudeza, la realidad de esa Inglaterra periférica, abandonada y violenta, evitando entrar en la reivindicación social omnipresente en las obras de Ken Loach. Pero, paradójicamente, la directora Andrea Arnold lo logra centrándose en el individuo, una adolescente que parece librar una batalla perdida contra la vida, no en el colectivo. Y lo hace con un estilo sobrio (únicamente con música diegética4, proveniente de los CD de Mia y Connor), distante, que hace que toda la carga emocional del relato recaiga en las fabulosas interpretaciones de Michael Fassbender y, especialmente, de la hasta entonces desconocida Katie Jarvis.

Tráiler (subtítulos en castellano)

Disponible en Filmin

  1. De hecho, fue descubierta, por casualidad, por un asistente de casting de Andrea Arnold cuando la vio discutiendo con su novio en una estación de tren que luego aparece en la película.
  2. Los Premios BAFTA son los galardones otorgados por la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión (BAFTA, por sus siglas en inglés). A menudo son citados como los equivalentes británicos a los Premios Oscar de la Academia estadounidense.
  3. Oxbridge es el sobrenombre con que se conoce conjuntamente a las universidades de Oxford y Cambridge.
  4. La música diegética es aquella que el espectador puede reconocer físicamente en la película que está viendo. Por ejemplo, la que surge de radios, equipos de música, instrumentos tocados ante la cámara, etc. y que, por tanto, la oyen o escuchan los personajes de la historia que se narra.

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