Nostálgico k-drama, dentro del género “coming-of-age” 1, que deleitará a todos aquellos que nos criamos entre casetes, los primeros y rudimentarios chats de Internet y móviles Nokia cuyo peso y resistencia les permitían poder ser usados como arma arrojadiza. Si a esto le añadimos la formidable interpretación de Kim Tae-ri (“Mr. Sunshine,” 2018), que le valió el premio a la mejor actriz en los Baeksang Arts Awards (los más prestigiosos premios de la industria del entretenimiento de Corea), el resultado solo podía ser un rotundo éxito de crítica y público.
La historia –contada por la hija de la protagonista en plena pandemia de Covid-19, al descubrir un diario de su madre cuando esta era adolescente- nos retrotrae al Seúl de 1998. El equipo de esgrima femenino del instituto de Na Hee-do (Kim Tae-ri) es disuelto debido a la falta de fondos ocasionada por la crisis financiera asiática (en Corea del Sur apodada la “crisis del FMI”)2. Pero el esgrima lo es todo para la tenaz Na Hee-do, una niña prodigio de ese deporte pero que con 18 años se ha quedado estancada, y que hace oídos sordos a todos aquellos que le aconsejan abandonar su pasión por carecer de talento. Finalmente, Hee-do consigue ser transferida a otro instituto donde entrena su ídolo y a la postre gran rival, Ko Yu-rim (Bona3), medallista olímpica de oro siendo solo una adolescente y que proviene de una familia humilde y endeudada, por lo que para ella el esgrima es una forma de huir de la pobreza y ayudar a sus padres. Al mismo tiempo llega al barrio Baek Yi-jin, un chico de 22 años proveniente de una familia muy rica pero que la crisis ha arruinado completamente, al quebrar el chaebol 4 dirigido por su padre. Yi-jin ha tenido que dejar sus estudios de ingeniería y aceptar varios trabajos a tiempo parcial y sin cualificación para llegar a fin de mes y cuidar de su hermano pequeño, mientras que su padre ha desaparecido para huir de los acreedores y su madre ha vuelto a su ciudad natal para vivir con su tío. Se trata, por tanto, de una familia separada a la fuerza, como lo fueron muchas durante la crisis asiática, y de un chico que, de la noche a la mañana, ha tenido que convertirse en adulto. Todos estos elementos del guion consiguen, a mi juicio, que este k-drama no sea la enésima serie de adolescentes haciendo el idiota en un instituto cualquiera.
Pero el alicaído Yi-jin acabará recobrando la alegría gracias a su amistad con la jovial y optimista Hee-do –a la que aún ve como una niña-, que le dará la fuerza necesaria para superar cada entrevista de trabajo fallida o las frecuentes visitas de los acreedores de su padre. Y el tiempo transcurre, Yi-jin endereza su carrera profesional al convertirse primero en reportero de noticias deportivas y luego en corresponsal de uno de los principales canales de televisión
del país, mientras que Hee-do entra a formar parte del equipo nacional de esgrima, donde consigue ganar medallas en las competiciones internacionales de mayor prestigio. Y, como cabría esperar, Yi-jin y Hee-do, ya con 25 y 21 años respectivamente, se enamoran. Pero, ¿puede prosperar la relación entre un ocupado corresponsal y una deportista de élite, ambos con cargadas agendas y multitud de viajes? En un momento crucial de sus vidas, ¿han de
priorizar su éxito profesional o su vida sentimental? Como buen “coming-of-age”, la serie nos muestra las difíciles elecciones que a veces han de tomar sus protagonistas cuando dejan atrás la adolescencia y entran en la edad adulta, usando como telón de fondo hechos que marcaron a toda una generación, como el temido “efecto 2000” o los atentados del 11S.
Tráiler (subtítulos en castellano)
Tráiler (subtítulos en inglés)
Disponible en Netflix
- El género “coming-of-age” se centra en el tránsito a la madurez de uno o varios personajes, así como su crecimiento personal. Algunos ejemplos en la literatura y en el cine son la Telemaquia en la Odisea de Homero (siglo VIII A.C.), el “El guardián entre el centeno” (1951) de J. D. Salinger, “Boyhood” (2014) de Richard Linklater y “Winter’s Bone” (2010) de Debra Granik. ↩
- La crisis financiera asiática de 1997-1998 fue una crisis cambiaria y de balanza de pagos que se originó en julio de 1997 en Tailandia cuando el gobierno se vio forzado a abandonar el tipo de cambio fijo del bhat tailandés con el dólar tras agotar las reservas de moneda extranjera con las que defender su moneda después de meses de ataques especulativos. Debido a un efecto contagio, Malasia, Indonesia y Filipinas también se vieron obligadas a fuertes devaluaciones de sus monedas. Por su parte, Corea del Sur experimentó una crisis de balanza
de pagos cuando cesaron los flujos de capital desde el extranjero que la llevó al borde de la quiebra, y que solo pudo ser evitada gracias a un programa de rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 58.4 miles de millones de dólares condicionado a la restructuración de su sistema financiero, cuyos bancos tenían un importante volumen de préstamos morosos concedidos a los grandes conglomerados industriales (chaebol). Ello llevó a la quiebra de algunos de estos conglomerados y de muchas otras empresas de menor dimensión, que también se habían endeudado en dólares aprovechando un tipo de cambio estable antes de la crisis. Para más información véase el vínculo ↩ - Bona es el nombre artístico de la cantante y actriz Kim Ji-yeon, que es miembro del grupo femenino de K-pop WJSN, también llamado Cosmic Girls. Algunas de sus canciones más conocidas: 1 y 2 ↩
- Los chaebol son grandes conglomerados empresariales con presencia en distintos sectores económicos, tales como la industria, la siderurgia, la tecnología y la construcción, que comenzaron a desarrollarse en Corea del Sur en la segunda mitad del siglo XX, principalmente bajo la dictadura de Park Chung Hee (1961-1979). A diferencia del keiretsu japonés, cuya propiedad reside en gestores e inversores, en el chaebol la ostentan las familias fundadoras. Algunos ejemplos de chaebol son Samsung, Hyundai, LG, Lotte y SK Group. Los surcoreanos suelen bromear que es más poderoso el presidente de Samsung que el presidente de su país. ↩
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