Always: una apología de la lealtad
La entrada de esta semana trata sobre “Always” (2011), drama romántico dirigido por Song Il-gon (también autor de su guion 1) y protagonizada por dos grandes estrellas del cine y la televisión de Corea del Sur, la hermosa Han Hyo-joo (“Brilliant Legacy”, 2009; “The Beauty Inside”, 2015; “W: Two Worlds Apart”, 2016; “Happiness”, 2021) y el no menos atractivo So Ji-Sub (“Be with You”, 2018). La cinta fue un éxito rotundo tanto de público como de crítica, siendo seleccionada como la película de apertura del Festival Internacional de Busan de aquel año (uno de los festivales de cine más importantes de toda Asia) y también siendo objeto de tres remakes en Japón, Turquía e India. Considero que el éxito de la película se debió principalmente a dos factores, la notable actuación de los dos actores protagonistas en papeles ciertamente difíciles y la dirección de Song Il-gon (primer cineasta surcoreano en ser galardonado en el Festival de Cine de Cannes), que consiguió esquivar hábilmente la sensiblería en la que muchos otros habrían caído al narrar semejante historia (aun así, recomiendo encarecidamente al espectador tener un paquete de kleenex a mano).
La película cuenta la historia de amor y, sobre todo, de lealtad, entre dos almas solitarias y de caracteres aparentemente antagónicos. Cheol-Min (So Ji-Sub) es un exboxeador atormentado por un oscuro pasado, pues pasó más de 4 años en la cárcel por trabajar como matón a sueldo para cobrar deudas. Ahora, para llegar a fin de mes, trabaja durante el día llevando bidones de agua a casas y oficinas (en Corea del Sur casi nadie bebe agua del grifo) y durante la noche como guarda de seguridad de un parking privado. Allí conoce, por casualidad, a Jung-Hwa (Han Hyo-Joo), una chica casi completamente ciega que solía “ver” series de televisión con el anterior guarda, que él describía en voz alta mientras ella le traía snacks. Cuando Jung-Hwa entra en la cabina del parking y descubre que su amigo ha dejado el trabajo, le propone a Cheol-Min seguir viendo series con él. Mientras que Cheol- Min es un hombre cerrado y de pocas palabras, Jung-Hwa, a pesar de su ceguera y de un amargo pasado (perdió la vista en un accidente de tráfico en el que murieron sus padres) es una joven alegre y vitalista que trabaja de teleoperadora y evita compadecerse de sí misma. Aunque la relación entre los dos no es al principio fácil debido al carácter hosco de Cheol- Min, al que no le gusta que le pregunten por su pasado (y que, en una escena verdaderamente graciosa, se da cuenta de que tiene que mejorar su higiene personal, más aún debido a la especial sensibilidad del olfato de las personas invidentes) todo cambiará un día en el que el jefe de Jung-Hwa irrumpe en su apartamento e intenta abusar de ella. Tras escuchar los gritos de la joven, que activa su llavero antiviolación, Cheol-Min entra en la casa y, como buen boxeador, propina al agresor una de esas palizas que todo violador debería recibir al menos una o dos veces a la semana. A partir de ese momento, Cheol-Min hará todo lo que esté en su mano para protegerla y mejorar su calidad de vida, incluso arriesgando la suya propia para que Jung-Hwa pueda recuperar la visión mediante un trasplante de córnea.
El personaje de Cheol-Min encarna, a mi modo de ver, la fidelidad y la lealtad. Podríamos verlo como una especie de Pastor Alemán, uno de esos perros que lo da todo por su amo pero que nunca nos gustaría encontrárnoslo a solas cuando vamos a visitar la casa de un amigo. La película, más que retratarlo como a un héroe, muestra a una persona imperfecta, llena de arrepentimiento, que se aferra a la segunda oportunidad que le da la vida. Jung-Hwa, por su parte, es también todo un ejemplo de lealtad y dedicación, aunque por evitar spoilers no puedo explicar por qué. Así, en un momento de la película le dirá a Cheol-Min: “si recupero la vista dedicaré 23 horas al día a contemplar tu cara y solo una a observar la mía” (en otro momento anterior, más cómico, le había preguntado si era guapo, advirtiéndole de que no intentara tirarse un farol solo porque ella era ciega).
Considero por tanto que “Always” es una película digna de ver y apreciar por diversas razones. Me gusta su ritmo lento, pausado, propio del cine oriental y a diferencia de la mayoría de películas comerciales de Hollywood, que parecen hechas para niños con trastorno por déficit de atención. No obstante, en ningún momento se hace larga o pesada, debido a sus hábiles giros de guion y a escenas de acción para especial deleite de los aficionados a UFC y a las artes marciales mixtas como yo. La transformación de So Ji-Sub, un actor, cantante y modelo que es bien conocido por su elegancia y buenas maneras, en un exboxeador rudo de pocas palabras, es sensacional. También la es la de Han Hyo-joo, que ha de interpretar a una invidente que vive en condiciones precarias, lejos del glamour de su vida como modelo y actriz. Todo ello da como fruto una historia verosímil que conmueve al espectador desde el primero hasta el último minuto. Nada que ver con el producto estandarizado y superficial que habría surgido de las manos de Nicholas Sparks y sus colaboradores, donde mis únicas lágrimas se habrían debido a innumerables bostezos.
Tráiler (subtítulos en castellano)
Disponible en Rakuten Viki
V.O. (subtítulos en castellano)
- Para la redacción del guion Song Il-gon admitió haberse inspirado en “Luces de la ciudad” (1931), una de las obras maestras de Charlie Chaplin. ↩
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